En zugzwang se dice en ajedrez cuando a uno de los contendientes no le queda sino esperar -con frecuencia cosas terribles-, moviendo la misma pieza de un cuadrito a otro. En zugzwang habría que decir que está uno esas tardes en que no queda sino esperar, caminando de un cuarto a otro, mirando por la ventana.
(Luis Ignacio Helguera. Astillas
del tablero)
“Peón aislado” es una variada colección de escritos cuyo
único nexo de unión es el ajedrez. La muerte prematura de su autor, el mexicano
Luis Ignacio Helguera, dejó algunos de los textos sin terminar y otros
simplemente en forma de bosquejos o apuntes preparatorios para obras
proyectadas como de mayor calado.
Hay un poco de todo en estas
páginas: aforismos (como el que encabeza estas líneas), crónicas deportivas,
anecdotarios, apuntes biográficos, entrevistas. Sin embargo, además de amor al
ajedrez en todos sus renglones, hay dos presencias predominantes a lo largo del
volumen: el escritor Juan José Arreola y Carlos Torre, el extraordinario
jugador mexicano que se perfilaba como aspirante al Campeonato del Mundo de
Ajedrez en los años 20 del siglo XX cuando una enfermedad mental lo apartó para
siempre de los tableros.
Es bien sabida la intensa pasión
que sintió Arreola por el ajedrez, al que admitió haber dedicado más tiempo que
a la literatura, desde que lo aprendió a jugar a los
veintidós años de edad. Tarde para alcanzar la excelencia, como lamentaría el
resto de su vida, pero a tiempo para encontrar en él una “vía de escape hacia
el infinito”, según declaró en una entrevista. El Arreola que vemos en estas
páginas es ya no tanto un escritor como un “hablador”, un incansable jugador
diario de ajedrez en las veladas que organizaba en su casa, un excéntrico jugador
de torneos abiertos a los que acudía pertrechado con la cristalería necesaria
para degustar un buen vino. Antes había sido organizador, animador y hasta presidente de la
Federación Mexicana de Ajedrez.
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Juan José Arreola en 1973 fotografiado por Kati Horna. Es probable que el tablero sea el que él mismo construyó, tal y como se cuenta en uno de los capítulos del libro que estamos comentando |
A diferencia de Arreola, cercano e íntimo por la proximidad del autor a su circulo familiar, Carlos Torre, sumido en la distancia y el
olvido, se nos presenta como un enigma. Torre, como una estrella fugaz, deslumbró al mundo ajedrecístico con apenas veinte años al conseguir unos extraordinarios
resultados en varios torneos europeos y norteamericanos. En 1926, antes de cumplir los veintidós años, sufrió en
Nueva York una crisis nerviosa. Volvió a México y jamás regresó a la
competición. Murió más de cincuenta años después. Dada su juventud, era razonable esperar grandes mejoras en su juego pero nunca lo volvió a intentar.
Helguera recopila toda la bibliografía existente sobre Torre, busca y
encuentra los escasos y raros libros que escribió el propio Torre en los años
veinte, visita los lugares donde vivió y murió y reúne datos para un libro en el que quería desentrañar las razones que
motivaron su repentino y total abandono de la práctica del ajedrez de
competición. Sabemos que quería plantearlo como un relato de intriga, como una crónica detectivesca. Su muerte
dejó el proyecto inacabado.
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Carlos Torre en el Torneo Internacional de Moscú de
1925. Fotograma de la película “La fiebre del ajedrez” de Vsevolod Pudovkin y
Nikolai Shpikovsky |
Luis Ignacio Helguera fue un escritor y periodista mexicano que cultivó diversos géneros y que siempre mantuvo una estrecha relación con el ajedrez: jugador, árbitro, divulgador y animador cultural. Además del libro que nos ocupa, también publicó sobre el mismo tema "El ajedrez" (Tercer milenio. México DF, 2001)
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Fotografía de Luis Ignacio Helguera (izq.) de fecha, autor, localización y acompañante desconocidos. Cualquier información al respecto sería bienvenida. |
FICHA TÉCNICA
LUIS IGNACIO HELGUERA
PEÓN AISLADO. ENSAYOS SOBRE AJEDREZ
PÉRTIGA. MÉXICO DF, 2006.