Ilustración de Maurice Leloir (1853-1940) para la edición de 1889, realizada por H. Launette & Cie, de Las confesiones. El pasaje ilustrado es el siguiente:
Ocurriósele entonces enseñarme el juego del ajedrez, que él conocía un poco; lo ensayé casi a pesar mío; y después de medio aprendida la marcha de las piezas, mi progreso fue tan rápido que antes de concluir la primera sesión yo le daba la torre, que él me había dado en las primeras partidas. Esto fue bastante para que ese juego absorbiese todo mi espíritu. Me proporcioné un tablero y compré el Calabrés; me encerré en mi cuarto, donde pasaba días y noches empeñado en aprender de memoria todas las partidas; quería encajarlas en mi entendimiento, de buen o mal grado, jugando a solas, sin descanso ni fin. Al cabo de dos o tres meses de este divertido ejercicio y de esfuerzos inauditos fui al café, delgado, amarillo y atontado. Me ensayé y volví a jugar con el señor Bagueret; me ganó una vez, dos, veinte veces; se habían enredado tantas combinaciones en mi mente, y mi imaginación se había ofuscado de tal manera, que delante de mí sólo veía una nube. Cuantas veces quise ejercitarme en el estudio de jugadas con el libro de Philidor o con el de Stamma, me ocurrió lo mismo, y después de haberme extenuado con la fatiga, me encontré más decaído que antes. Por lo demás, haya abandonado el ajedrez o jugando me haya repuesto, no he adelantado un ápice desde la primera sesión y me he encontrado siempre en el mismo punto en que me hallaba al concluirla.
Los libros citados son:
Trattato del nobilissimo Gioco delli scacchi i quale è ritratto di guerra, et di ragion di stato (Tratado del muy noble juego del ajedrez, el cual es espejo de la guerra y de las razones de estado), por Gioacchimo Greco, Calabrés. Roma, 1619.
Analyse du jeu des Échecs, por François-André Danican Philidor. París, 1749.
Essai sur le jeu des echecs, por Philip Stamma. París, 1737