A finales de 2019, Gerard Pàmies publicó una biografía gráfica de Marcel Duchamp con el título de Duchamp: detonació controlada. A lo largo de sus páginas, vemos la evolución artística y vital del que fuera, en palabras de André Breton, «el hombre más inteligente del siglo (XX)». Desde sus comienzos, siendo casi un niño, hasta su conversión en un artista revolucionario e iconoclasta (y muy escandaloso, para el sentido del gusto burgués) y el más influyente del siglo XX, según consenso generalizado entre historiadores y artistas.
Y no podía faltar su explosivo anuncio, en el cenit de su fama, de que iba a abandonar el arte en beneficio del ajedrez. Y así lo hizo —al menos aparentemente— dedicándose durante años a participar en torneos de todo tipo, incluidas como sabemos cuatro Olimpiadas de Ajedrez, el torneo más importante de selecciones nacionales que se disputa en el mundo, representando a Francia.
Pámies sale con bien del envite y consigue trasladar con bastante acierto el pensamiento —a veces un tanto hermético— de Duchamp y mostrarnos de forma concisa la evolución de sus ideas en el contexto de su vida personal.
Como no podía ser e otra forma con un amante confeso del ajedrez, el juego está presente en toda la obra. Nada menos que 45 viñetas, si no he contado mal, lo sitúan al lado de un tablero; bien jugando, bien viendo jugar. A mí me hubiera gustado que el autor se hubiera explayado más en la época en que jugó, digamos que de forma semiprofesional, al ajedrez —un dibujo con Marshall o con Alekhine no hubiera estado mal—, pero entiendo la dificultad. En cuanto nos alejamos del arte, la vida de Duchamp se sale mucho de foco.
Duchamp anuncia su decisión de convertirse en ajedrecista profesional. |
Henri-Pierre Roché y Duchamp juegan al ajedrez en el estudio del segundo en la calle Larrey. |
FICHA TÉCNICA
GERARD PÀMIESDUCHAMP: DETONACIÓ CONTROLADA
QUORUM LLIBRES. VALLS, 2019